Rosa Remix: 100 años de relocalización mundial del capitalismo

This article by Richard Wolff was originally published in English at Roarmag.org. Este artículo por Richard Wolff fue publicado originalmente en inglés en Roarmag.org.
 
La excelente obra de Rosa Luxemburgo exhibe méritos extraordinarios...
En primer lugar, ella explicó las dimensiones clave del capitalismo de su tiempo, aplicando de manera ejemplar la economía marxista. En segundo lugar, integró el comercio extranjero y el imperialismo a la teoría económica con más profundidad y comprensión que la mayoría de los economistas, incluido el propio Marx. En tercer lugar, mostró las poderosas percepciones disponibles al utilizar los conceptos básicos de valor y precio introducidos por Marx: un notable testimonio de la utilidad de la teoría del valor trabajo. Por último, vinculó su obra teórica con las inquietudes estratégicas y los debates de los movimientos obreros de su época. Tomó partido con una honestidad abierta que raramente igualaron los teóricos economistas que más bien se venden a sí mismos pretendiendo ser "científicos que están por encima de la política".
 
Para reconocer y honrar esos logros en "La acumulación del capital", publicada por primera vez en 1913, extrapolemos su tipo de análisis; algo particularmente apropiado ya que el actual desplazamiento mundial histórico del capitalismo es seriamente subestimado. Desde sus inicios como sistema predominante en la Inglaterra del siglo XVIII, el capitalismo se propagó por Europa Occidental, América del Norte y Japón, y desde allí hacia el resto del mundo. Hasta la década de 1970, el capitalismo concentró sus fábricas, oficinas, almacenes y tiendas en sus centros originales: Europa Occidental, América del Norte y Japón.
 
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LA EXPANSIÓN DE LA PERIFERIA
 
Alrededor de los antiguos centros había áreas conocidas como la periferia. Esta coincidía al principio con las áreas rurales adyacentes a los pueblos y ciudades donde el capitalismo concentraba sus empresas.
 
La periferia proporcionaba materias primas, alimentos, inmigrantes que buscaban trabajo en las ciudades y mercados para las mercancías producidas por el capitalismo. Con la creciente urbanización asociada a la industrialización, la periferia tuvo que expandirse. El colonialismo y el imperialismo globalizaron la periferia.
 
Para la década de 1970, el mundo se había dividido en un centro principal (lo que llamamos los antiguos centros además de algunos asentamientos coloniales) y una periferia. Ambas regiones se distinguían por las extremas diferencias en cuanto a desarrollo económico, nivel de vida, etc. El desarrollo del capitalismo en los antiguos centros había producido una clase obrera capaz de luchar y ganar mayores salarios necesarios para adaptarse a un creciente nivel de vida. Esto no había sido posible en la más extensa, dispersa y culturalmente diversa periferia. Para la década de 1970, el capitalismo había producido una economía mundial con un desarrollo extremadamente irregular, lo cual replicaba a escala mundial el desarrollo normalmente desigual que existía en los países, las regiones y las ciudades (brillantemente ilustrado en "El planeta de los tugurios" de Mike Davis).
 
Los capitalistas del centro tuvieron varios momentos "eureka" en las décadas de 1960 y 1970. Los más competitivos de ellos descubrieron que el desarrollo desigual del capitalismo había abierto una oportunidad para ellos. Los recién establecidos viajes en avión hicieron posible acceder a todos los puntos del planeta en cuestión de horas. Las modernas telecomunicaciones permitieron a los ejecutivos corporativos monitorear y controlar a los obreros en fábricas, oficinas y tiendas situadas a miles de kilómetros de distancia, con la misma facilidad con que habían controlado las plantas inferiores desde las plantas superiores de sus edificios empresariales. Por su parte, las personas y los gobiernos de los países de la periferia estaban desesperados en los años 1970 por conseguir los trabajos, las finanzas, la infraestructura y las empresas que necesitaban para revertir el subdesarrollo que habían sufrido durante siglos.
 
Así, en la década de 1970 se cerró un nuevo y profundo trato económico. Los capitalistas de los antiguos centros querían una mano de obra más barata y menos restricciones normativas que las que obtenían allí. Podían obtener lo que querían si relocalizaban las fábricas, las oficinas y las tiendas en la antigua periferia (las economías ávidas de desarrollo de China, India, Brasil y otros), la cual proporcionaría una mano de obra más barata y menos regulaciones restrictivas. Los primeros capitalistas de los antiguos centros que arriesgaron su capital en tales movidas, lograron obtener las ganancias que convirtieron a muchos otros en sus seguidores devotos.
 
RELOCALIZACIÓN MUNDIAL Y TRANSFORMACIÓN DEL CAPITALISMO
 
La histórica y constante relocalización mundial del capitalismo comenzó por el sector de la fabricación, y ahora incluye también los servicios. Los capitalistas abandonaron sus antiguos centros para crear centros nuevos y más rentables, asociándose con los capitalistas locales y sus gobiernos.
 
Las transformaciones sociales que tardaron siglos en otros lugares, ocurrieron en estos nuevos centros en solo unas décadas (producto de una pobreza extrema y dirigida desde el campo hacia la ciudad y desde la agricultura hacia la industria). Las consecuencias para los antiguos y nuevos centros del capitalismo a penas se comienzan a entender.
 
La relocalización mundial del capitalismo fue consecuencia de la oferta de mano de obra en la órbita capitalista y exacerbó también su aumento súbito. De repente ingresaron al mercado de mano de obra capitalista moderno, cientos de millones de obreros que anteriormente se mantenían fuera de este (debido a la pobreza, al subdesarrollo, al aislamiento político de los países, etc.). Desesperados por obtener empleo y acostumbrados durante mucho tiempo a un bajo nivel de vida, aceptaron salarios muy inferiores a los que pagaban los capitalistas en los antiguos centros. En términos marxistas, el precio de la mano de obra descendió muy por debajo de su valor. Los capitalistas llegaron en grupo desde los antiguos centros para aprovechar la oportunidad creada por el súbito desbalance entre la oferta y la demanda de empleados. El capital resultó tener mayor movilidad mundial que la mano de obra, según lo demuestra el aumento más limitado, aunque significativo, de la inmigración hacia los antiguos centros.
 
El exceso de oferta de mano de obra es más ventajoso para los que la compran que para los que la venden. Los salarios disminuyen, las ganancias aumentan y las desigualdades económicas se agudizan. Así, las teorías económicas marxistas hacen una pregunta desconocida para la economía convencional: ¿El bajo precio de la mano de obra volverá a aumentar a su valor más alto o disminuirá a un precio más bajo? La mano de obra intentará elevar su precio, mientras el capital intentará reducirlo. Para Marx, el resultado depende de los niveles comparativos de organización política, persuasión cultual y fuerza social que la mano de obra y el capital respectivamente aportan a esta lucha.
 
Además, debido a la creciente globalización del mercado de mano de obra, la lucha ha adquirido un carácter mundial. Los sueldos reales se han mantenido constantes o decrecientes desde la década de 1970 en los antiguos centros del capitalismo, al tiempo que han aumentado en los nuevos centros. Esto sugiere que el precio de la mano de obra aumenta en los nuevos centros mientras en los antiguos centros ocurre exactamente lo contrario. Su posible convergencia en algún punto de equivalencia intermedio durará solo hasta que ocurran nuevas perturbaciones inevitables de esa equivalencia.
 
En todo caso, ese punto intermedio significa que la relocalización mundial del capitalismo se acompañará de una gran disminución de la parte de la producción total que corresponde al trabajo. Esta ya ha profundizado los niveles de desigualdad de ingreso y riqueza en las economías capitalistas, tanto en los centros antiguos como en los nuevos (aunque no entre ellos). Existe una evidencia empírica abundante para todo esto. La obra de Thomas Piketty en 2013, el Capital en el siglo XXI, es la mejor fuente de estadísticas, aunque no comparto sus argumentos sobre cuál es la causa y qué se puede hacer al respecto, y estos no coinciden con la obra de Rosa Luxemburgo o de Marx.
 
LA PREGUNTA POLÍTICA POR EXCELENCIA
 
En los antiguos centros del capitalismo, esta relocalización histórica ha creado un sentimiento generalizado de abandono. El sistema que exigió y obtuvo una lealtad en masa, nos abandona y se lleva consigo (o así muchos lo perciben) los aumentos de sueldo regulares, las seguridades en el trabajo, los beneficios que una vez se creyeron garantizados para las grandes y crecientes "clases medias". En los siglos XIX y XX, el capitalismo de los antiguos centros compensaba a su clase media, frecuentemente militante, por la explotación a que la sometía, aumentando los sueldos reales y mejorando las condiciones laborales.
 
Desde la década de 1970, el capitalismo ofrece ese trato solo a los obreros de los nuevos centros. Ofrece estancamiento a largo plazo o disminución de los sueldos reales y de las condiciones laborales a la gran mayoría de la clase media en los antiguos centros. Así, la pregunta política por excelencia en los antiguos centros es: Como allí la clase obrera recibe y digiere lo que el capitalismo ahora le ofrece, ¿aceptará esta un trato tan inferior en comparación a lo que se acostumbró a recibir durante el siglo anterior? Preguntas paralelas socavarán la estabilidad social en los nuevos centros, donde el rápido desarrollo capitalista genera desigualdades e inestabilidades incluso más grotescas y flagrantes.
 
A medida que el centro y la periferia del capitalismo se desplazan después de 250 años, el proceso y sus resultados bien podrían desestabilizar todo el sistema. Dependiendo de cómo intervengan los críticos del capitalismo, crecidos y alentados por su rápido crecimiento en número y conocimiento, esta desestabilización se podría transformar en un cambio del sistema.
 
Traducido por Alfredo Gutiérrez-Amador, d@w Translation Team.

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